
'The New York Times' narra la historia en un relato entre cómico y confuso. El mural, siete metros de largo con motivos africanos esculpidos en madera, fue diseñado para decorar la Escuela de California para Sordos y Ciegos en los años 30. Y allí permaneció casi medio siglo, hasta 1980. Hubo obras en la escuela, mudanzas, despistes, denuncias de robo y, por fin, un letargo de 25 años en un almacen de la Universidad. Cuando la obra reapareció, en 2009, sus especialistas no la valoraron correctamente ni se la atribuyeron a su autor, y, al no saber qué hacer con ella, la vendieron casi al peso a Greg Favors, un coleccionista que, en ese momento, tampoco sabía cuál era el valor de la obra ni su autoría.
Después, Favors descubrió el nombre de Johnsosn, alguien se dio cuenta del error, y la Universidad hizo una nueva oferta por el mural. Sin embargo, su comprador tenía clientes mejores. El Huntington Library, Art Collections and Botanical Gardens, también en California, puso un millón y ahora expone la obra. (Para más información contactar a la autora del blog en autoresdelmundo@gmail.com)
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